jueves, 28 de mayo de 2009

Brinkola-Artzanburu-Andraitz-Tubobide-Brinkola (Parte II)

Tomadas unas cuantas fotos desde la cumbre, toca continuar camino. Aunque nuestra idea es volver al amplio corredor de hierba que discurre paralelo a la sierra por su cara norte, nos dirigiremos desde la cumbre hacia el sur, manteniendo prácticamente la cota y antes de iniciar el descenso, giraremos hacia el este descendiendo por el contrafuerte herboso (es posible descender directamente por el lado este de Artzanburu, como es posible en muchos casos acortar por el karst, pero el avance es a veces penoso por la configuración de la roca o por los rodeos que hay que dar, por lo que si es posible se suele preferir avanzar por el prado).

El objetivo es un mojón que aparece bajo nosotros y hacia nuestra izquierda, el cual nos servirá de referencia del punto por donde debemos volvernos a introducir en la roca. Nada más llegar se aprecian restos de senda tallados en la roca. La senda se introduce dirección norte en el karst y sale directamente al corredor un poco más adelante de donde lo abandonamos para iniciar la subida. Aquí retomamos la senda que, bien marcada en la hierba y balizada con pintura amarilla, discurre paralela a la sierra.

Esta zona es un continuo sube y baja, pero no presenta dificultades y, para aquellos coleccionistas de cimas, está rodeada principalmente en el lado sur aunque también en el norte, por unos cuantos buzones que marcan picos entre 1300 y 1400 m. En el track que os dejo subí un par de ellos, algunos apenas te obligan a desviarte, pero para llegar a otros es necesario internarse en el karst y en cualquier caso, suponen un esfuerzo adicional que habrá que valorar.

Tras aproximadamente media hora o tres cuartos un camino tallado en la piedra cruza perpendicular la senda que llevamos, es el camino del paso de Andraitz, acceso tradicional a los pastos desde Zegama y punto por donde volveremos luego. Nosotros seguimos por el sendero que traíamos, balizas amarillas, iniciando la ascensión a Andraitz. Poco antes de llegar a la cima el camino gira a la derecha para continuar dirección este en un pequeño llano y volver a subir casi de inmediato. Unos pocos metros y tenemos a nuestra izquierda un pequeña pared con más marcas de pintura amarilla indicándonos el acceso a la cima.


Buzón de Andraitz con Arbelaitz al fondo

Arbelaitz y Aizkorri desde Andraitz

Se puede trepar (¿Iº?) o volver atrás unos metros y salirse del camino antes de alcanzar esta pequeña pared para subir sin usar las manos por la ladera oeste. En cualquier caso merece la pena el desvío y asomarse a la caída del lado norte, o disfrutar contemplando la cercana silueta de Arbelaitz.


Buzón de Andraitz, al fondo los molinos de la sierra de Elgea.

Volvemos por donde hemos subido al camino y continuamos dirección a Arbelaitz. En seguida nos encontramos una empinada canal, encajonada en el karst, por la que hemos de bajar y puede que en algún caso, tengamos que apoyar una mano en las rocas de los lados para buscar seguridad. Aquí, entre nosotros, esta canal es una gozada tras una buena nevada. He llegado a meterme en nieve blanda hasta el pecho ya que la nieve suele acumularse en este punto, claro que en otras ocasiones también he tenido que echar mano de los crampones para llegar entero abajo.

Más o menos por el centro bajamos de Andraitz

La canal acaba en una hoya de la cual salimos por el lado opuesto al que entramos, subimos y comenzamos a bordear hacia nuestra derecha, cruzando de nuevo la línea de la sierra y saliendo a un prado que si subimos, izquierda, nos da acceso a Arbelaitz. Nosotros iremos hacia la derecha, intentando no perder cota ya que debemos sobrepasar esa especie de escalón que tenemos a nuestra derecha por alguno de los tres o cuatro rastros de senda. Una vez sobrepasado seguimos dirección oeste por el prado, atentos a los caires que poco a poco irán girando hacia la derecha (norte) y nos llevarán a la parte baja del paso de Andraitz. Una cruz metálica nos marca el paso, tallado en la roca.

Como sitio para disfrutar con la maratón de Zegama este es uno de mis favoritos, desde este punto dominas casi toda la subida desde Urbia y de aquí a Zegama es ya todo prácticamente bajada así que cuando animas a la gente diciendo “venga, que no queda nada” casi te lo llegas a creer, aunque ellos, en pleno esfuerzo no se que pensarán de esos locos que les animan desde las rocas.

Cruzamos al lado sur de la sierra por este paso y descendemos en la misma dirección hasta llegar a un nuevo escalón, que pasaremos (descenso) dirigiéndonos a nuestra izquierda y volviendo al prado. El sendero nos lleva en descenso hacia la derecha (este), hasta una fuente en una curva del camino (en verano puede estar seca). Seguimos el sendero en descenso y al poco nos introducimos en el hayedo. El camino ahora cubierto por las hojas caídas desciende en zigzags y continua luego bajando en dirección este.
Al llegar a un pequeño rellano con un haya caída en su mitad, el camino lo bordea y desciende hacia el límite con un bosque de alerces. Aquí baja ya directo, casi paralelo al límite de ese bosque de alerces, sale a una zona con vallados de piedra y sigue bajando directo, cruza una pista, sigue por el hayedo y acaba en un claro, en verano cubierto de helechos.

Nada más salir al claro giramos a nuestra izquierda, buscando una pista casi borrada por la que subimos unos metros y tomando el primer rastro de senda a nuestra derecha bajamos a una caseta de aguas. En esta caseta, y continuando frente a nosotros, empieza lo que yo conozco como Tubobide.

De estos, cientos en Tubobide

Desde esta caseta el sendero sigue el trazado de una vieja conducción de agua de Legazpi, la tubería de hecho está a veces visible. Al principio, este primer tramo, encontraremos zarzas intentando cubrir el camino, pero pronto, según se hace más frondoso el hayedo, las zarzas desaparecen y la senda no deja lugar a dudas.
Cruzamos la pista, balizada GR, que sube a Arriurdin, siguiendo el sendero justo al otro lado de la pista.
Zona de Tubobide

Ahora, y durante media hora o tres cuartos, todo la senda será más o menos parecida. Es un sendero estrecho, muy marcado, que recorre el hayedo sin apenas ganar ni perder cota. En su recorrido cruza unos cuantos arroyos, y presenta zonas bastante embarradas pero las más comprometidas suelen pasarse mediante pequeñas pasarelas de troncos depositadas sobre el barro y si no, pues te metes entre las hayas y ya está, ¡no nos va detener ahora el barro!. Entre el hayedo, generalmente arboles de buen porte, nos encontraremos acebos y algunos tejos, puede que incluso algún roble aislado.

Más hayas por Tubobide

Primavera y otoño son dos estaciones especiales para esta zona. La primavera, gracias a las hojas nuevas de las hayas, dota a la luz y a todo el hayedo de un brillo especial. El otoño, dependiendo del año, también suele ser digno de verse, aunque metido en el bosque los colores se pierden y necesitas perspectiva para apreciar los tonos rojizos y amarillos. La alfombra de hojas en cambio, está presente todo el año. Yo, si tuviera que elegir, elegiría primavera, Tubobide en otoño se convierte en una zona demasiado poblada para mi gusto, zona en la que cazadores y seteros pugnan por el espacio y los recursos naturales (setas y ¿palomas?¿becadas? no soy un gran conocedor de las especies cinegéticas, tampoco creo que se merezcan tanto tiro).

No es una especie cinegética, pero tiene un brillo especial

Lo dicho, seguimos por la senda hasta llegar a una pista, ascendemos un par de metros por ella, por librar los arbustos y retomamos la senda, ahora balizada como PR. Ésta sigue con la misma tónica un rato más, por ejemplo recuerdo al menos dos arroyos que mantienen el agua todo el año, hasta llegar a una nueva pista (justo debajo de este cruce existe una caseta) por la que continuaremos bajando ya sin pérdida posible hasta el pantano (si continuamos a la misma altura la senda aun continua un rato más, 20-30 minutos, por un terreno similar hasta ir a salir a la pista por la que iniciamos la ruta).

Siguiendo la pista cruzaremos aun algunos hayedos, un pequeño robledal, y en algo así como media hora llegamos al pantano más o menos en la zona justo enfrente de donde comenzamos a subir. Nos quedan tan solo unos minutos de bordear el pantano dirigiéndonos hacia su frente para regresar al punto donde dejamos el coche.

Como siempre os dejo unas fotos, que no hace falta ser un lince para darse cuenta que no han sido sacadas todas el mismo día, si no que como vamos micho por ahí, pues he elegido algunas que me parecen o bonitas o esclarecedoras.

El Track lo tenéis en una entrada de hace un par de semanas. Y os dejo más fotos.


Amanitas. De estas siempre se ven, como no se comen...





Como éstas 200.000 más


Unas cuantas setas

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